El otro día, un tío me contó que durante muchos años, México fue un sabroso hueso para roer a merced del PRI todopoderoso, el PRI presidencial, el del dedazo consumado.
Como buenos depredadores, no desaprovecharon la oportunidad. Con total impunidad, los PRI-nosaurios se alimentaron del país durante más de seis décadas; arrasaron la tierra, derrocharon su agua, malbarataron sus frutos, mancillaron el suelo, y aplastaron a los hijos de esta nación con su tiranía.
Pero los huesos terminan por ponerse duros, es inevitable, the nature’s law, y por ahí, durante los ochentas, el PRI-nosaurio empezó a resentirlo…
Ya no era tan fácil hincarle el diente al pueblo, digo al país, digo al hueso…
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